La cena (684-687 a, 688b-694)
Un único ganso había, custodia de la mínima villa,
el cual, para los dioses sus huéspedes los dueños a sacrificar se aprestaban.
Él, rápido de ala, a ellos, lentos por su edad, fatiga,
y los elude largo tiempo: los dioses impidieron que se le matara
y: «Dioses somos, y sus merecidos castigos pagará esta vecindad
impía», dijeron; “a vosotros inmunes de este
mal ser se dará , solamente abandonad vuestras casas
y acompañad nuestros pasos y a lo alto del monte
marchad a la vez». Obedecen ambos, y con sus bastones aliviados
se afanan por sus plantas poner en la larga cuesta.
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