El castigo (695-702)
Tanto distaban de lo alto cuanto de una vez marchar una saeta
enviada puede: volvieron sus ojos y sumergido en una laguna
todo lo demás contemplan, que sólo sus techos quedan;
y mientras de ello se admiran, mientras lloran los hados de los suyos,
aquella vieja, para sus dueños dos incluso cabaña pequeña,
se convierte en un templo: las horquillas las sustituyeron columnas,
las pajas se doran, y de oro cubiertos los techos parecen.
y cinceladas las puertas, y cubierta de mármol la tierra.
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